Bram Stoker fue el iniciador.
Este es uno de aquellos libros que dudas mucho en leer, y que probablemente no sea muy común tenerlo en casa; pero todos conocemos a Drácula. Sabemos que es un vampiro inmortal y a través de los años lo vemos encarnado en diferentes facetas y personalidades. Esto es lo que hace de una historia todo un clásico.
Drácula es una novela publicada en 1897 por el irlandés Bram Stoke. Se dice que el escritor se basó en las conversaciones que mantuvo con un erudito húngaro llamado Arminius Vámbéry y que éste fue quién le habló de Vlad Draculea. La novela, escrita a modo epistolar, presenta otros temas como el papel de la mujer en la época victoriana, la sexualidad, la inmigración, el colonialismo o el folklore. Como curiosidad, cabe destacar que Bram Stoker no inventó la leyenda vampírica, pero la influencia de la novela ha logrado llegar al teatro, el cine y la televisión.
Desde su publicación, la novela nunca ha dejado de estar en circulación, sin embargo, sólo hasta 1983 abandonaría el terreno marginal del sensacionalismo para ingresar en los clásicos de la Universidad de Oxford.
Drácula es una auténtica novela de terror, tan arraigada en la realidad del mundo en el que se desarrolla como en las fuerzas sobrenaturales que la invaden. La confusión entre estos dos puntos es doble en la narración, en la que los sistemas de comunicación más vanguardistas de la era fallan en la transmisión de un mal inmemorial.
Un joven agente inmobiliario inglés llamado Jonathan Harper viaja a un remoto castillo de Transilvania para concluir una transacción sobre unas propiedades del conde Drácula, que siente despertar su insaciable apetito por la sangre. Mientras el conde pone rumbo a Inglaterra en busca de nuevas víctimas, El Doctor Van Helsing pone en marcha un complejo plan para desbaratar los propósitos del vampiro.
El relato avanza a través de una serie de informes de testigos, entradas de diarios, y notas técnicas de doctores y científicos. Estos modos de narrativos deberían representar un grado de verdad insoslayable, sin embargo a lo largo de todo el relato la figura de Drácula es una presencia que acecha sin estar presente, contraviniendo las leyes de la física.
La fascinación y el horror de Drácula estriban en la idea de que incluso las tecnologías más avanzadas, desarrolladas en aras de una racionalidad y verdad últimas, no son capaces de erradicar las fuerzas de lo irracional independientemente del período histórico o del progreso en cuestión.
El sanguinario conde se ha convertido en un icono popular, la figura por excelencia de las películas de terror a lo largo del tiempo.
Los críticos han llevado a cabo profundos estudios psicoanalíticos y lecturas poscoloniales del texto. Como resultado en los más de cien años transcurridos desde su creación hasta nuestros días, el poder de la obra como novela de terror, por no hablar como obra revolucionaria, ha quedado desvirtuado, reducido prácticamente a la nada.
No debería ser así, a pesar de la vasta y repetitiva estela que viene generando.
El éxito absolutamente increíble que desde el principio han tenido las proezas sangrientas del conde Drácula ha logrado que esta novela fuera llevada a la escena en diversas ocasiones (una de ellas fue una comedia musical de Broadway). Pero en realidad fue con el advenimiento del cinematógrafo cuando el conde vampiro se convirtió en un personaje aterradoramente familiar para millones de espectadores.
Más de un centenar de películas, rodadas en los países más diversos, han presentado al público la negra silueta y los afilados colmillos del sangriento conde de Transilvania, y algunas se han hecho merecidamente famosas.
Entre ellas destacan Nosferatu, de Friedrich Wilhelm Murnau, con decorados del más puro expresionismo alemán, y ya desde los mismos comienzos mudos del cine (1922); y la clásica Drácula de Tod Browning (1931), una verdadera joya del terror rodada en blanco y negro con una atmósfera inquietante que se consigue a base de penumbras, nieblas y medias luces, y con el vampiro encarnado por un atormentado Bela Lugosi.
Me gustó mucho leer la novela por lo que comentas, con todas las adaptaciones y lo escrito, de la idea original de Drácula, a lo que yo pensaba que era había diferencia. Me gustó mucho el libro, por ejemplo la película de Francis Ford Coppola, a mí me gustó demasiado.
ResponderEliminarDrácula es un gran libro, la manera epistolar de escribirla me llamo muchísimo la atención, primera vez que leo una novela epistolar pero me atrapo, como se van atando cabos y ver los eventos a través de distintas miradas de cada personaje hace un gran y completa historia.
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