Grisham es otro de mis autores favoritos del cual leo todo lo que publica. La Apelación es la última novela que llegó a Lima, y por supuesto, no me la perdí. Se viene su última novela que es La Sentencia, que ya salió en España y que pronto llegará a Lima.
Uno de los protagonistas principales de la novela es Carl Trudeau, un empresario multimillonario cuyo negocio peligra, pues la Corte Suprema de Mississippi puede condenarlo por vertidos tóxicos que han envenenado a un pueblo. Este es el malo, el desgraciado, como me dijo mi esposa luego de leer el libro. Grisham perfila muy bien a sus malechores y a veces les da un matiz encantador, pero poderoso y sin prejuicios.
Conocedor de las debilidades humanas y de la imperfección de la Justicia, prefiere invertir unos pocos millones de dólares en fabricarse un juez a la medida, que exponerse a la ruina. Así, elige como candidato a un joven y prometedor magistrado, poco sospechoso de ilegalidades, y, por medio de argucias , lo moldea hasta convertirlo en una marioneta a su servicio.
Tras largos meses de fieros e interminables pleitos, el jurado de un tribunal de Missisipi por fin toma una decisión en el polémico caso que enfrenta a Jeannette Baker, una pobre mujer del condado imaginario de Bowmore, contra la poderosísima firma Krane Chemical, indrustria química que, por negligencia, han vertido ilegalmente residuos tóxicos altamente cancerígenos al saneamiento local del condado.
El resultado es trágico: la mayor incidencia de tumores malignos de la historia en aquella zona, saldada con mucho sufrimiento y muertes, entre otras, del marido y el hijo de Baker. El matrimonio Payton, de un pequeño bufete, decide estar dispuesto a perder todo con tal de llevar a la poderosa empresa a juicio y recibir la indemnización merecida, así como castigar a aquellos a los que nada les importa con tal de llenarse las billeteras.
El fallo del jurado resulta sorprendente para Krane: reconoce el daño causado y le obliga a una indemnización de decenas de millones. Pero eso no es lo peor. Una vez perdido el primer juicio, todos los demás afectados por la peste presentarían sus querellas.
El todopoderoso Karl Trudeau, que se enorgullece de su bella tercera esposa, un apartamento de lujo en Manhattan y un puesto digno en la lista Forbes -donde figuran las cuatrocientas personas con más fortuna del mundo-, confía en que la apelación al Tribunal Supremo de Missisipi le devuelva el respeto perdido.
Sin embargo, es necesario antes acabar con las posturas moderadas del total de nueve jueces que lo forman, sustituyéndo al menos a una por un joven abogado, Ron Fisk, conservador y cristiano, prometedor. Lo moldearán a su manera y lo lanzarán en una campaña para alcanzar el cargo en el Supremo, ya que Missisipi es de los pocos estados en los que los jueces no son nombrados, sino elegido por votación. La lucha de intereses ha comenzado.
Como vemos, el relato no puede ser más actual. Sin mencionar el tema ecológico, todos los días aparecen jueces corruptos en algún lugar y la valoración de la Justicia no puede estar en cotas más bajas de aprecio.
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