lunes, 28 de septiembre de 2015



Charles Dickens es sin duda el más famoso novelista victoriano, y probablemente el que más ha contribuido a crear una imagen de la época incluso en quienes no lo han leído. 

El escritor mantuvo una postura crítica ante las instituciones más representativas del victorianismo, desde el Parlamento al sistema educativo, desde las teorías económicas del utilitarismo al funcionamiento de la justicia, la administración, la sanidad pública y los asilos para indigentes. 

Dickens es, sobre todo, una de las mayores imaginaciones creadoras en lengua inglesa. HISTORIA DE DOS CIUDADES es una de las novelas más conocidas de Dickens. La historia transcurre entre dos ciudades, Londres y París, durante la época de la Revolución Francesa. 

La primera ciudad simbolizaría de algún modo la paz y la tranquilidad, la vida sencilla y ordenada; mientras la segunda representaría la agitación, el desafío y el caos, el conflicto entre dos mundos en una época en la que se anuncia drásticos cambios sociales.

La primera parte está ambientada en el año 1775, en Francia. Lucie Manette, una joven que creía a su padre muerto, logra, gracias a la intermediación del banquero Jarvis Lorry, reencontrarse con él en Francia. Allí permanece custodiado por un antiguo criado suyo tras haber abandonado la prisión de la Bastilla.

En la segunda parte se relata el juicio a un personaje llamado Charles Darnay, acusado de ser espía de Francia. Mientras en este país va creciendo el clima revolucionario, en Inglaterra se va tejiendo la historia de amor en torno a Lucie. 

También se cuenta la vida en torno a su familia y amigos, entre ellos el abogado Sidney Carton. Finalmente Lucie se casará con Darnay y juntos tienen una hija. Londres y París se entrelazan en la historia, ya que Darnay decide marchar rumbo a Francia, pues una persona será condenada a morir por su culpa.

En la tercera parte, Darnay, de origen francés, es encarcelado en París y severamente juzgado. Del resultado de este juicio dependerá, en buena parte, el final de la historia.

La indiferencia de Dickens por la política y su desprecio por los políticos alejan la novela de cualquier debate político o filosófico sobre la revolución. Sin embargo, al suprimir dichos debates en torno a los acontecimientos revolucionarios, 

Dickens otorga a las masas populares francesas un protagonismo, autonomía y actividad histórica que no tuvieron , presentando además la revolución como justo castigo a la aristocracia por los siglos de explotación y maltrato del pueblo.»

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