lunes, 28 de marzo de 2011

ABRIL ROJO - DE SANTIAGO RONCAGLIOLO


Ayacucho es uno de los departamentos más hermosos, y a su vez uno de los más pobres del Perú.
La ciudad capital del mismo nombre, fue una sede religiosa de la época de dominio español muy importante. Hoy se cuentan hasta 100 iglesias en su perímetro.

En el idioma quechua, Ayacucho significa etimológicamente Rincón de los Muertos, cuando en realidad en la tradición andina significa Rincón de Almas. Fue una ciudad en donde se enfrascaron grandes batallas en distintas épocas de la historia del Perú. Desde las batallas de los Incas por conquistar este valle, hasta de independencia con la renombrada Batalla de Ayacucho que selló el fin del dominio español en 1824.

En Ayacucho y a poco de comenzar la Semana Santa del año 2000, el fiscal Félix Chacaltana Saldívar, solitario, pusilánime, amante de la poesía y de las tradiciones más rancias, ha de enfrentarse a la investigación de un bestial asesinato.

Aunque “en este país no hay terrorismo por orden superior” y más cuando están a punto de celebrarse las elecciones presidenciales, el fiscal no descarta la autoría de Sendero Luminoso. El crimen es el inicio de una serie de muertes misteriosas. Uno tras otro caen todos los que hablan con él.

El fiscal, “que nunca había hecho nada que no estuviese estipulado en los estatutos de su institución”, ha de acercarse a los irregulares métodos de la policía y el ejército peruanos. Poco a poco se convierte en un indeseable para todos, y en un desconocido para sí mismo.
Abril rojo es una novela sobre el Perú, su historia, sus símbolos, “la orgía de corrupción que satura el país”, y sobre la guerra que se libró entre el ejército y Sendero Luminoso durante el mandato de Fujimori. “Una guerra en la que se pierde el Perú” y que el pueblo, abandonado en su miseria, sufre sin entender.

Oscilando entre la aparente objetividad del fiscal y la fuerza de los hechos, el relato desarrolla con excelente ritmo una trama compleja donde sobresalen veinte años de violencia brutal.
Para Chacaltana, conforme avanza su investigación,  su personalidad y visión de la realidad evoluciona. Empieza a comprender que es un hombre justo en un mudo corrupto. Se da cuenta que tiene que actuar de una manera mas activa que solamente escribiendo sus informes al comandante.

Con estas revelaciones él avanza en su caso, pero siempre contrasta con su lado justo y objetivo, por lo que hasta le surgen dudas de su propia inocencia y cordura. Esta evolución en el protagonista implica una suerte de maduración intelectual, con una connotación notable que representa lo que muchos tienen que vivir al entender que la corrupción existe a todo nivel: en los policías, en los militares, hasta en los funcionarios.

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