- No estoy de acuerdo - le dije. - el espionaje es un género que aún sigue vigente -
- Mencióname alguno de los actuales autores - me insistió ya casi con una leve sonrisa sacarrona.
- Tienes a Jonh Le Carré, Tom Clancy, y ....... - (no venían los nombres)
¿Les ha pasado esto?
Pues Le Carré es uno de los últimos que conozco y me aferro a él.
Ya no son las épocas de las guerras frías en donde las grandes naciones buscaban ganarse la información a través de ingeniosas estrategias. El espía era un héroe con estilos de vida inalcansables. ¿James Bond?, claro que sí, incluso con licencia para matar y amar a las más hermosas mujeres del mundo.
En cambio, en El Sastre de Panamá, los protagonistas son ex-delincuentes, agentes fracasados y venidos a menos, gobernantes y funcionarios corruptos. ¿como hace Le Carré para tejer una novela "ejemplar" en el género con estos ingredientes?.
Con genialidad, imaginación, y un entorno que solo los escritores extraordinarios ven.
Un sastre que es un ex delincuente londinense que resguarda su libertad viviendo en el Panamá del General Noriega y que tiene en su clientela a los altos mandos del gobierno, es captado por un ex-agente inglés con un confuso problema diplomático y de faldas a cuestas, quien tiene la oportunidad de recuperar su puesto en Londres si logra descubrir las intenciones de Noriega con respecto al futuro del Canal de Panamá.
Los ingredientes por separado, no dan con el tinte.
Pero mezclemos: Canal de Panamá = General Noriega = corrupción = sastre = información = espìa = chantaje = riesgos = peligro = ambición = algo de lujuria.
Con todo esto, tendrán la novela de Le Carré, y solo el puede darle la proporción adecauda a cada ingrediente.
A disfrutarlo, y buen provecho.
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