viernes, 9 de diciembre de 2011

El peruano imperfecto - de Fernando Ampuero


No se Fernando si en esta novela he compartido espacios con Pedro José; y no lo digo envanecido sino intrigado porque muchos de los sitios, hoteles, bares, cines, restaurantes y clubes que mencionas, los he recorrido en las mismas épocas en que este imperfecto peruano, escéptico, hedonista, pituco y mordaz transitaba por las calles de esa Lima, aunque debo confesar que yo no era tan asiduo al Gran Hotel Bolívar, que además de su tradicional Pisco Sour "La Catedral", te preparaban los mejores desayunos criollos de mi vida, servidos al borde de la terraza, !muchas gracias Alejo, y el café con leche con café pasado por favor!, mirando circular los brillosos Chevrolet, Impala y Ford que invadían la Colmena y que hacían venia a ese inmenso y recordado Nonone, rey y dueño del tráfico, !Cómo está Cabo!, !Hola Nonone!, buenos días pase usted, con cuidado por favor! y que es una lástima que 
Cabo Reynaldo Nonone
no lo menciones en el libro porque, te aseguro Fernando, que habrías logrado un tremendo capítulo, no solo como personaje muy cercano a los avatares de Pedro José por esa su esquina, sino que hubieras advertido que El Cabo Nonone, era la excepción a la imperfección peruana, y mejor lo dejo ahí para no desviarme del libro que, te digo sinceramente, me gustó, a tal punto que lo leí de un solo tirón en un viernes de agenda blanca, bien acompañado de varios cigarrillos irritantes, y dos Chilcanos de Pisco como a mí me gustan; con 7UP light y sin azúcar; dime una cosa, ¿es tu autobiografía?, ¿no?, aunque parece; que buena la anécdota del Cuzco, esa si fue campeona, quedándose varios meses en la ciudad imperial, yo también me quedé un tiempo, pero no alcancé la suerte de Pedro en tu novela divertida, media tragicómica diría porque el final me apabulló, pero no te preocupes que no lo voy a contar porque sino no te compran el libro, y así no se enteran de todas las "gilas" blanquiñosas que se manejó en toda la historia, y sus trampas oscuritas porque, vaya que sí le gustan las morochas y trigueñas como amantes; yo que él me regresaba a Budapest, pero por solo un tiempito más porque después ya sabemos lo que pasó por esos lares; en fin,  creo que extrañaba mucho el puente Villena como gran pionero que fue del malecón como viaducto cardiovascular, pero, ¿de verdad no es tu autobiografía?, bueno, espero llamarte mañana para que me cuentes la última película que viste porque yo me la perdí, ¿y porqué?, tenía que afeitarme. Dime la verdad Pedro, ¿a quién extrañas más, a Pilarcita o a Blanca? solo de ellas te pregunto, no, no me olvido de Camilita, cómo va a ser pues, es que no la hallo, o sea, como dicen los muchachos ahora, no me pone, ¿me entiendes? que bueno, !cuidado que ahí viene el Toro!, !Qué quieres compadre, Pedro es mi amigo!, mío también, y ¿la trompeadera?, ¿terminó?, ahh, y ahora son amigos, patas, mira tú, las trasnochadas te están haciendo daño mi querido Pedro José, con razón tu jefa te tiene que llamar todos los días para que te despiertes y vayas a la chamba, Fernando, me aseguras que no es tu biografía ¿no?, en fin; nos vemos; un abrazo.




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